Como ya sabes, la música tiene innumerables beneficios para las personas, contando con la capacidad de modificar nuestro estado de conciencia. La música binaural tiene el objetivo de elevar esta conciencia a otros estadios mediante la producción de notas musicales que son capaces de alterar las ondas cerebrales de nuestro organismo.
Cuando se escucha esta clase de música se puede aumentar el grado de conciencia, para relajarse, concentrarse, dormir mejor... Cuando un estímulo externo llega al cerebro, éste puede ser capaz de cambiar de una frecuencia de onda a otra distinta, cambiando la persona de estado de ánimo.
Qué es el sonido binaural
Los sonidos binaurales son frecuencias de onda cerebrales que se combinan con música de fondo para llevar a la persona a un estado de meditación o incluso a un estado de relajación profunda.
Además de llevar a la mente a un estado meditativo y de apertura de conciencia, se considera a este tipo de terapia como un paso más en las experiencias relacionadas con el estado psíquico y los fenómenos metafísicos.
Se tiene conocimiento de ellos desde el siglo XIX y fueron puestos en práctica en el siglo XX por varias comunidades científicas.
Cuáles son los beneficios de los sonidos binaurales
Si has visto algún vídeo de Emptyset estarás de acuerdo en que la luz y el sonido pueden llevarte a estados de realidad alterada y euforia, ya que el sonido para llevarnos a estados alterados de conciencia.
Los pulsos binaurales fueron descubiertos por Heinrich Wilhelm Dove en en año 1839 y por mucho tiempo fueron como una curiosidad en el mundo de la acústica. Si el oído izquierdo recibe sonidos con una frecuencia de 400 Hz y el oído derecho de 410 Hz, el pulso binaural resultante será de 10 Hz, que es la medida en que el cerebro compensa la disparidad entre frecuencias.
A lo largo de los años muchas personas han experimentado con los pulsos binaurales para producir diferentes estados de la percepción.
La explicación de este fenómeno es que el cerebro no está habituado a escuchar sonidos de esta frecuencia e intensidad, pues no son sonidos comunes en la música ni en la naturaleza. Al escucharlos, los núcleos olivares (que son la zona del cerebro que controla la percepción tridimensional del sonido) compensa la diferencia entre las frecuencias que el cerebro escucha con un «tercer tono», de forma que la estimulación sonora se normalice en algo que el cerebro pueda interpretar.